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Triduo al Beato Fray Leopoldo de Alpandeire

La comunidad parroquial de la Real Parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio de Cádiz ha consagrado Solemne Triduo al milagroso Beato Fray Leopoldo de Alpandeire durante los días 6, 7 y 8 de febrero, comenzado a las 19:30 h con el rezo del Santo Rosario y continuando a las 20:00 h con celebración de la Santa Misa. El día 9 de febrero se celebró Función Solemne en Honor y Gloria del Beato. Durante estos días se ha dado a venerar la sagrada reliquia del milagroso Beato.

1ª lectura: Voy a borrar de la superficie de la tierra al hombre que he hecho.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 46-49

En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la
palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos
a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la
salvación hasta el extremo de la tierra.”» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la
palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.

Salmo: Sal 116, 1. 2
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.

Aleluya Lc 4 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad. R.

 

Evangelio: Evitad la levadura de los fariseos y de Herodes.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos
los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe
obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja,
ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta
casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos
en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis
cambiando de casa en casa.

Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya
en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de la liturgia de hoy, Jesús dice: «No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Dar cumplimiento: ésta es una palabra clave para entender a Jesús y su mensaje. ¿Pero qué significa este “dar cumplimiento”? Para explicarlo, el Señor comienza diciendo lo que no es cumplimiento. La Escritura dice “no matarás”, pero para Jesús esto no basta si luego se hiere a los hermanos con las palabras; la Escritura dice “no cometerás adulterio”, pero esto no basta si luego se vive un amor salpicado por la doblez y la falsedad; la Escritura dice “no jurarás en falso”, pero no basta hacer un juramento solemne si luego se actúa con hipocresía (cf. Mt 5,21-37). Así no hay cumplimiento

Para darnos un ejemplo concreto, Jesús se centra en el “rito de la ofrenda”. Al hacer una ofrenda a Dios, se correspondía a la gratuidad de sus dones. Hacer una ofrenda para corresponder simbólicamente —digámoslo así— a la gratuidad de sus dones, era un rito muy importante, tan importante que estaba prohibido interrumpirlo salvo por motivos graves. Pero Jesús afirma que hay que interrumpirlo si un hermano tiene algo contra nosotros, para ir primero a reconciliarnos con él (cf. vv. 23-24): solo entonces se cumple el rito. El mensaje es claro: Dios nos ama primero, gratuitamente, dando el primer paso hacia nosotros sin que lo merezcamos; y, por ende, nosotros no podemos celebrar su amor sin dar a nuestra vez el primer paso para reconciliarnos con quienes nos han herido. Así hay cumplimiento a los ojos de Dios, de lo contrario la observancia externa, puramente ritualista, es inútil, se convierte en una ficción. En otras palabras, Jesús nos hace comprender que las reglas religiosas son útiles, son buenas, pero son solo el inicio: para darles cumplimiento, es necesario ir más allá de la letra y vivir su sentido. Los mandamientos que Dios nos ha dado no deben encerrarse en la caja fuerte asfixiante de la observancia formal, pues de lo contrario nos quedamos en una religiosidad externa y desapegada, siervos de un “dios amo” en lugar de hijos de Dios Padre. Jesús quiere esto, que no tengamos la idea de servir a un Dios amo, sino al Padre, y por esto es necesario ir más allá de la letra.

Hermanos y hermanas, este problema no existía solo en tiempos de Jesús, existe también hoy. A veces, por ejemplo, oímos: “Padre, no he matado, no he robado, no he hecho daño a nadie...”, como diciendo: “He cumplido”. Esta es la observancia formal, que se conforma con el mínimo indispensable, mientras que Jesús nos invita al máximo posible. Es decir, Dios no razona con cálculos y tablas; Él nos ama como un enamorado: ¡no hasta el mínimo, sino hasta el máximo! No nos dice: “Te amo hasta cierto punto”. No, el verdadero amor nunca llega hasta un punto determinado y nunca se siente satisfecho; el amor va siempre más allá, no puede por menos. El Señor nos lo mostró dando su vida en la cruz y perdonando a sus asesinos (cf. Lc 23,34). Y nos ha confiado el mandamiento que más aprecia: que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado (cf. Jn 15,12). ¡Este es el amor que da cumplimiento a la Ley, a la fe, a la verdadera vida!

Así pues, hermanos y hermanas, podemos preguntarnos: ¿cómo vivo yo mi fe? ¿Es una cuestión de cálculo, de formalismo, o es una historia de amor con Dios? ¿Me conformo solo con no hacer el mal, con mantener “la fachada”, o intento crecer en el amor a Dios y a los demás? Y de vez en cuando ¿me confronto a mí mismo con el gran mandamiento de Jesús, me pregunto si amo a mi prójimo como Él me ama? Porque tal vez somos inflexibles para juzgar a los demás y nos olvidamos de ser misericordiosos, como Dios lo es con nosotros.

Que María, que observó perfectamente la Palabra de Dios, nos ayude a dar cumplimiento a nuestra fe y a nuestra caridad.



Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Sigamos estando cerca, con la oración y el apoyo concreto, de las víctimas del terremoto en Siria y Turquía. Estuve viendo en el programa “A Sua immagine”, las imágenes de esta catástrofe, el dolor de estos pueblos que sufren por el terremoto. Recemos por ellos, no lo olvidemos, recemos y pensemos qué podemos hacer por ellos. Y no olvidemos a la martirizada Ucrania: que el Señor abra caminos de paz y dé a los responsables el valor de recorrerlos.

Las noticias que llegan desde Nicaragua me han entristecido no poco, y no puedo dejar de recordar aquí con preocupación al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, a quien tanto quiero, condenado a 26 años de cárcel, y también a las personas que han sido deportadas a Estados Unidos. Rezo por ellos y por todos los que sufren en esa querida nación, y pido vuestras oraciones. Pidamos también al Señor, por intercesión de la Inmaculada Virgen María, que abra el corazón de los responsables políticos y de todos los ciudadanos a la búsqueda sincera de la paz, que nace de la verdad, la justicia, la libertad y el amor, y se alcanza mediante el ejercicio paciente del diálogo. Recemos juntos a la Virgen. [Ave María].

Dirijo mi saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de otros países. Saludo a los grupos de Polonia, República Checa y Perú. Saludo a los ciudadanos congoleños que están aquí. Su país es precioso. Recen por su país. Saludo a los estudiantes de Badajoz (España) y a los del Instituto Gregoriano de Lisboa.

Saludo a los jóvenes de Amendolara, Cosenza y al grupo AVIS de Villa Estense, Padua.

Y les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!

 

[Multimedia]

El Arzobispo Castrense, Monseñor Don Juan Antonio Aznárez, predicará del domingo 12 al viernes 17 de febrero, en la diócesis de Segorbe-Castellón, unos Ejercicios Espirituales a un grupo de sacerdotes de esa diócesis.

Ante la resolución del Tribunal Constitucional, la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la CEE señala:

Santa Teresa de Lisieux

San Pablo de la Cruz (fundador de los Pasionistas)

El pasado jueves 2 de febrero la Real Parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio y la Hermandad de Nuestra Señora de los Desamparados celebraron la Festividad de la Presentación de Jesús en el Templo, estando la Bendita Imagen de Nuestra Señora de los Desamparados en Solemne Besamanos para Veneración a sus Fieles en el templo castrense.

13/02/2023 - Lunes de la 6ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

Lectura del libro del Génesis 4, 1-15. 25

El hombre conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo:

«He adquirido un hombre con la ayuda del Señor».

Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo.

Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del suelo; también Abel ofreció las primicias
y la grasa de sus ovejas.

El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda; Caín se enfureció y
andaba abatido.

El Señor dijo a Caín:

«¿Por qué te enfureces y andas abatido? ¿No estarías abatido si obraras bien?; pero, si no obras bien,
el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú puedes dominarlo». Caín dijo a su hermano Abel:

«Vamos al campo».

Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín:
«¿Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín:

«No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». El Señor le replicó:

«¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo.

Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano.
Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la tierra».

Caín contestó al Señor:

«Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré
que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará».

El Señor le dijo:

«El que mate a Caín lo pagará siete veces».

Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase. Adán conoció otra
vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo:

«Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín».

Salmo: Sal 49, 1bc y 8. 16bc-17. 20-21
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí. R.

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R.

Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre.
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara». R.

Aleluya Jn 14, 6bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el camino y la verdad y la vida - dice el Señor -;
nadie va al Padre sino por mí. R.

 

Evangelio: ¿Por qué esta generación reclama un signo?

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba,
le pidieron un signo del cielo.

Jesús dio un profundo suspiro y dijo:

«¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación
». Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

1ª lectura: A nadie obligó a ser impío.

Lectura del libro del Eclesiástico 15, 15-20

Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad.

Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras.

Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera. Porque grande es
la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo.

Sus ojos miran a los que le temen, y conoce todas las obras del hombre.

A nadie obligó a ser impío, y a nadie dio permiso para pecar.

Salmo: Sal 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34
R. Dichoso el que camina en la ley del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.

Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R.

Haz bien a tu siervo:
viviré y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley. R.

Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón. R.

2ª lectura: Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 6-10

Hermanos:

Hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes
de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida,
predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la
ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.

Sino que, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha
preparado para los que lo aman».

Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Aleluya Cf. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

 

Evangelio: Así se dijo a los antiguos; pero yo os digo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o
tilde de la ley.

El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el
menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.

Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el
reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.

Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno
llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la
condena de la “gehenna” del fuego.

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano
tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras
vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En
verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo. Habéis oído que se dijo:

“No cometerás adulterio”.

Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su
corazón.

Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado
entero en la “gehenna”.

Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir
a parar entero a la “gehenna”.

Se dijo: “El que se repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia
a su mujer - no hablo de unión ilegítima - la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada
comete adulterio. También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus
juramentos al Señor”.

Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que
es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues
no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa
de ahí viene del Maligno».

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