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1ª lectura: El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo.

Lectura del libro del Génesis 3, 9-24

El Señor Dios llamó al hombre y le dijo:

«¿Dónde estás?». Él contestó:

«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí». El Señor Dios le replicó:

«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».

Adán respondió:

«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor dijo a la mujer:

«¿Qué has hecho?». La mujer respondió:

«La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente:

«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre
el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia; ella te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón». A la mujer le dijo:

«Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará».

A Adán le dijo:

«Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu
culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del
campo. Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado;
pues eres polvo y al polvo volverás».

Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven. El Señor Dios hizo túnicas de piel
para Adán y su mujer, y los vistió. Y el Señor Dios dijo:

«He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no
vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él, coma y viva para siempre».

Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.

Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que
brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.

Salmo: Sal 89, 2. 3-4. 5-6. 12-13
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes,
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre
tú eres Dios. R.

Tu reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer,
que pasó, una vela nocturna. R.

Si tú lo retiras
son como un sueño
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

Aleluya Mt 4, 4b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

No solo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.

 

Evangelio: La gente comió hasta quedar saciada.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a
sus discípulos y les dijo:

«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los
despido a sus casas en ayunas, van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos»
Le replicaron sus discípulos:

«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?». Él les preguntó:

«¿Cuántos panes tenéis?». Ellos contestaron:

«Siete».

Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias,
los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.

Tenían también unos cuantos peces; Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que
los sirvieran también.

La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete
canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con
sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

 

1ª lectura: Seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.

Lectura del Génesis 3.1-8

La serpiente era el más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:

«¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?». La mujer contestó a la serpiente:

«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín
nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”». La serpiente replicó a la
mujer:

«No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como
Dios en el conocimiento del bien y el mal».

Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable
para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió.

Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera
y se las ciñeron.

Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se pasaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer
se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.

Salmo: Sal 31, 1b-2. 5. 6. 7
R. Dichoso el que está absuelto de su culpa.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
o lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.

Aleluya Cf. Hch 16, 14b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R.

 

Evangelio: Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 31- 37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea,
atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le
imponga las manos.

El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá» (esto es: «ábrete»).

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo
proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:

«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

09/02/2023 - Jueves de la 5ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: Se la presentó a Adán. Y serán los dos una sola carne.

Lectura del libro del Génesis 2, 18-25

El Señor Dios se dijo:

«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».

Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y
se los presentó a Adán, para ver que nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le
pusiera. Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo;
pero no encontró ninguno como él que lo ayudase.

Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla y le cerró
el sitio con carne. Y el Señor Dios formó, de la costilla que le había sacado de Adán, una mujer, y se la
presentó a Adán.

Adán dijo:

«¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será “mujer”, porque ha salido
del varón». Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una
sola carne.

Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro.

Salmo: Sal 127, 1bc-2. 3. 4-5
R. Dichosos los que temen al Señor.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

Aleluya Sant 1, 21bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Acoged con docilidad la palabra, que ha sido injertada
en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas. R.

Evangelio: Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.

Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se
le echó a los pies.

La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.

Él le dijo:

«Deja que coman primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella replicó:

«Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó:

«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».

Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Sínodo. Síntesis Etapa Continental Europea

A continuación se expone la sintesis del Sinodo para la Etapa Continental Europea, elaborada por la Conferencia Episcopal Española el pasado dia 28 de enero de 2023

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio de la liturgia de hoy (cfr. Jn 1,29-34) recoge el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús después de haberlo bautizado en el río Jordán. Dice así: « Éste es de quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo» (vv. 29-30).

Esta declaración, este testimonio, revela el espíritu de servicio de Juan. Él fue enviado a preparar el camino al Mesías, y lo hizo sin ahorrar esfuerzos. Humanamente, se podría pensar que le será entregado un “premio”, un puesto relevante en la vida pública de Jesús. En cambio, no. Una vez cumplida su misión, Juan sabe hacerse a un lado, se retira de la escena para dejar el sitio a Jesús. Ha visto al Espíritu descender sobre Él (cfr. vv. 33-34), lo ha señalado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y ahora se dispone a escucharlo humildemente. De ser profeta pasa a ser discípulo. Ha predicado al pueblo, ha reunido discípulos y los ha formado durante mucho tiempo. Y, sin embargo, no ata a nadie a sí. Esto es difícil, pero es el signo del verdadero educador: no atar a las personas a uno mismo. Juan sitúa a sus discípulos sobre las huellas de Jesús. No está interesado en tener seguidores, en obtener prestigio y éxito, sino que presenta su testimonio y luego da un paso atrás para que muchos tengan la alegría de encontrar a Jesús. Podríamos decir: abre la puerta y se va.

Con este espíritu de servicio, con su capacidad de hacer sitio a Jesús, Juan el Bautista nos enseña una cosa importante: la libertad respecto a los apegos. Sí, porque es fácil apegarse a roles y posiciones, a la necesidad de ser estimados, reconocidos y premiados. Y esto, aunque es natural, no es algo bueno, porque el servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás sin ventajas para uno mismo, sin segundos fines, sin esperar algo a cambio. Nos hará bien cultivar, como Juan, la virtud del hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia de la vida es Jesús. Hacerse a un lado, aprender a despedirse: he cumplido esta misión, he realizado este encuentro, me hago a un lado y dejo sitio al Señor. Aprender a hacerse a un lado, no pretender algo a cambio para nosotros.

Pensemos en lo importante que es esto para un sacerdote, que está llamado a predicar y celebrar no por afán de protagonismo o por interés, sino para acompañar a los demás hacia Jesús. Pensemos en lo importante que es para los padres, que crían a sus hijos con muchos sacrificios y luego deben dejarlos libres de emprender su propio camino en el trabajo, en el matrimonio, en la vida. Es hermoso y justo que los padres sigan asegurando su presencia diciendo a los hijos: «no os dejamos solos»; pero con discreción, sin intromisión. La libertad de crecer. Y lo mismo vale para otros ámbitos como la amistad, la vida de pareja, la vida comunitaria. Liberarse de los propios apegos y saber hacerse a un dado cuesta, pero es muy importante: es el paso decisivo para crecer en el espíritu de servicio sin pretender nada a cambio.

Hermanos, hermanas, probemos a preguntarnos: ¿somos capaces de hacer sitio a los demás? ¿De escucharlos, de dejarlos libres, de no atarlos a nosotros pretendiendo gratitud? También, a veces, de dejarlos hablar. No decir: “¡Tú no sabes nada!”, sino dejar hablar, hacer sitio a los demás. ¿Atraemos a los demás hacia Jesús o hacia nosotros mismos? Y aún más, siguiendo el ejemplo de Juan: ¿sabemos alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros? ¿Nos alegramos de sus logros, con sinceridad y sin envidia? Esto es dejar crecer a los demás.

Que María, la sierva del Señor, nos ayude a librarnos de los apegos para hacer sitio al Señor y dar espacio a los demás.



Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Del 18 al 25 de enero tendrá lugar la tradicional Semana de Oración por la unidad de los cristianos. El tema de este año está tomado del profeta Isaías: «Haz el bien; busca la justicia» (1, 17)». Demos gracias al Señor que con fidelidad y paciencia guía a su pueblo hacia la plena comunión, y pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine y nos sostenga con sus dones.

El camino hacia la unidad de los cristianos y el camino de conversión sinodal de la Iglesia están vinculados. Por eso, aprovecho esta ocasión para anunciar que el sábado 30 del próximo mes de septiembre, en la plaza de San Pedro, tendrá lugar una Vigilia ecuménica de oración, con la que encomendaremos a Dios los trabajos de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Para los jóvenes que acudan a la Vigilia habrá un programa especial durante todo ese fin de semana, a cargo de la Comunidad de Taizé. Desde ahora, invito a los hermanos y hermanas de todas las confesiones cristianas a participar en esta reunión del Pueblo de Dios.

Hermanos y hermanas, ¡no nos olvidemos del martirizado pueblo ucraniano, que sufre tanto! Permanezcamos junto a ellos con nuestros sentimientos, con nuestra ayuda, con nuestra oración.

Y ahora os saludo a vosotros, romanos y peregrinos reunidos aquí. En especial, saludo a los fieles españoles de Murcia y a los de Sciacca, en Sicilia. Que la visita a la tumba de Pedro fortalezca vuestra fe y vuestro testimonio.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio de la Liturgia (Mt 4,12-23) narra la llamada de los primeros discípulos que, en el lago de Galilea, lo dejan todo para seguir a Jesús. Algunos de ellos ya lo conocían gracias a Juan el Bautista, y Dios había sembrado en ellos la semilla de la fe (cf. Jn 1,35-39). Y ahora Jesús vuelve a buscarlos al lugar donde viven y trabajan. El Señor nos busca siempre; el Señor siempre se acerca a nosotros, siempre. Y esta vez les hace un llamamiento directo: «Venid conmigo» (Mt 4,19). Y ellos «al instante, dejando las redes, le siguieron» (v. 20). Detengámonos en esta escena: es el momento del encuentro decisivo con Jesús, el momento que recordarán durante toda su vida y que entra en el Evangelio. Desde entonces siguen a Jesús, y para seguirlo, lo dejan todo.

Dejar para seguir. Siempre es así con Jesús. Se puede comenzar de alguna manera a sentir su atracción, quizás gracias a otros. Luego el conocimiento puede ser más personal y encender una luz en el corazón. Se convierte en algo hermoso que compartir: “Mira, ese pasaje del Evangelio me ha emocionado, esa experiencia de servicio me ha conmovido”. Algo que te toca el corazón. Lo mismo habrán hecho los primeros discípulos (cf. Jn 1,40-42). Pero antes o después llega el momento en que hay que dejarlo todo para seguirle (cf. Lc 11,27-28). Y aquí hay que decidir: ¿dejo atrás algunas certezas y me embarco en una nueva aventura, o me quedo como soy? Es un momento decisivo para todo cristiano, porque se juega el sentido de todo lo demás. Si no se encuentra la valentía de ponerse en marcha, se corre el riesgo de quedarse como espectador de la propia existencia y vivir la fe a medias.

Permanecer con Jesús, por lo tanto, requiere la valentía de dejar, de ponerse en camino. ¿Qué debemos dejar? Nuestros vicios, nuestros pecados, por supuesto, que son como anclas que nos sujetan a la orilla y nos impiden remar mar adentro. Para empezar a dejar es justo que empecemos pidiendo perdón, perdón por las cosas que no fueron buenas: dejo esas cosas y sigo adelante. Pero hay que dejar también lo que nos impide vivir plenamente, por ejemplo, los miedos, los cálculos egoístas, las garantías seguridad viviendo una vida mediocre. Y también hay que renunciar al tiempo que se pierde en tantas cosas inútiles. Qué hermoso es dejar todo esto para vivir, por ejemplo, el arduo pero gratificante riesgo del servicio, o dedicar tiempo a la oración para crecer en la amistad con el Señor. Pienso también en una familia joven, que deja una vida tranquila para abrirse a la impredecible y hermosa aventura de la maternidad y de la paternidad. Es un sacrificio, pero basta una mirada a los hijos para comprender que era justo dejar ciertos ritmos y comodidades, para vivir esta alegría. Pienso en ciertas profesiones, por ejemplo, en un médico o en un profesional sanitario que han renunciado a mucho tiempo libre para estudiar y prepararse, y ahora hacen el bien dedicando muchas horas del día y de la noche, muchas energías físicas y mentales a los enfermos. Pienso en los trabajadores que dejan sus comodidades, que dejan el "dolce far niente", el placer de no hacer nada, para llevar el pan a casa. En fin, para realizar la vida hay que aceptar el reto de dejar. A ello nos invita Jesús a cada uno de nosotros.

Y sobre esto os dejo algunas preguntas. En primer lugar: ¿recuerdo algún “momento fuerte” en el que ya haya encontrado a Jesús? Cada uno de nosotros piense en su propia historia: ¿ha habido en mi vida algún momento fuerte en el que encontré a Jesús? ¿Y algo hermoso y significativo que sucedió en mi vida por haber dejado atrás cosas menos importantes? Y hoy, ¿hay algo a lo que Jesús me pide que renuncie? ¿Cuáles son las cosas materiales, las formas de pensar, las actitudes que necesito dejar atrás para decirle “sí” a Él? Que María nos ayude a decir, como ella, un sí pleno a Dios, a saber dejar algo atrás para seguirle mejor. No tengáis miedo de dejarlo todo si es para seguir a Jesús, siempre estaremos mejor y seremos mejores.



Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Este tercer domingo del Tiempo Ordinario está dedicado de manera especial a la Palabra de Dios. Redescubramos con asombro el hecho de que Dios nos habla, especialmente a través de las Sagradas Escrituras. Leámoslas, estudiémoslas, meditémoslas, recémoslas. Leamos todos los días un pasaje de la Biblia, especialmente del Evangelio: ahí Jesús nos habla, nos ilumina, nos guía. Y os recuerdo lo que he dicho en otras ocasiones: tened un pequeño Evangelio, un Evangelio de bolsillo, para llevarlo en el bolso, siempre con nosotros; y cuando haya un momento durante el día leed algo del Evangelio. Es Jesús que nos acompaña. Un pequeño Evangelio de bolsillo, siempre con nosotros.

Hoy deseo expresar mis votos de paz y todo bien a aquellos que celebran el Año Nuevo lunar en el Extremo Oriente y en varias partes del mundo. En esta alegre ocasión, sin embargo, no puedo dejar de expresar mi cercanía espiritual a todos los que atraviesan momentos de prueba provocados por la pandemia del coronavirus, en la esperanza de que pronto se superen las dificultades actuales. Finalmente, deseo que la amabilidad, la sensibilidad, la solidaridad y la armonía que viven las familias tradicionalmente reunidas en estos días, puedan impregnar y caracterizar siempre nuestras relaciones, familiares y sociales, para poder vivir una vida serena y feliz. ¡Feliz año nuevo!

Mi pensamiento, con dolor, va en particular a Myanmar, donde ha sido incendiada y destruida la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en la aldea de Chan Thar, uno de los lugares de culto más antiguos e importantes del país. Estoy cerca de la población civil indefensa, que en muchas ciudades está sometida a duras pruebas. Quiera Dios que este conflicto termine pronto y comience un nuevo tiempo de perdón, amor y paz. Recemos juntos a Nuestra Señora por Myanmar. [“Dios te salve María…”]

Os invito a rezar también para que cesen los actos de violencia en Perú. La violencia apaga la esperanza de una solución justa de los problemas. Animo a todas las partes involucradas a emprender el camino del diálogo entre hermanos de una misma nación, en el pleno respeto de los derechos humanos y del Estado de derecho. Me uno a los obispos peruanos para decir: ¡No a la violencia, venga de donde venga! ¡No más muertes! Veo que hay peruanos en la plaza.

Llegan señales positivas de Camerún, que permiten esperar en un progreso hacia la solución del conflicto en las regiones anglófonas. Animo a todas las partes firmantes del Acuerdo a perseverar en el camino del diálogo y la comprensión mutua, porque solo en el encuentro se puede planificar el futuro.

Dirijo mi saludo a todos vosotros, procedentes de Italia y de otros países. Saludo a los peregrinos de Split, de Varsovia —hay muchos polacos, veo las banderas— y de Mérida, en Badajoz (España), así como a los de Ascoli Piceno, Montesilvano y Gela, al grupo de la Escuela "Ángel de la Guarda" de Alessandria, al de la Juventud Ardiente Mariana de Roma y a los miembros de la Asociación Católica de Psicología.

En estos días, mientras rezamos en particular por la unidad plena de todos los cristianos, no nos olvidemos, por favor, de invocar la paz para la martirizada Ucrania: ¡que el Señor consuele y sostenga a ese pueblo que tanto sufre! ¡Sufre mucho!

Os deseo a todos un feliz domingo. También a los chicos de la Inmaculada. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la Liturgia de hoy se proclaman las bienaventuranzas según el Evangelio de Mateo (cfr. Mt 5,1-12). La primera es fundamental y dice así: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos» (v. 3).

¿Quiénes son los “pobres de espíritu”? Son aquellos que saben que no se bastan consigo mismos, que no son autosuficientes, y viven como “mendicantes de Dios”: se sienten necesitados de Dios y reconocen que el bien viene de Él, como don, como gracia. Quien es pobre de espíritu atesora lo que recibe; por eso desea que ningún don se desperdicie. Hoy quisiera detenerme sobre este aspecto típico de los pobres de espíritu: no desperdiciar. Los pobres en espíritu buscan no desperdiciar nada. Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando pide que se recoja la comida que ha sobrado para que nada se pierda (cfr. Jn 6,12). No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y la cultura del descarte: ambas son una peste. Quisiera proponeros tres desafíos contra la mentalidad del derroche y del descarte.

Primer desafío: no desperdiciar el don que nosotros somos. Cada uno de nosotros es un bien, independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso. Jesús nos recuerda que somos bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo que somos.  Y cuando una persona se deja ir y se abandona, se desperdicia a sí misma. Luchemos, con la ayuda de Dios, contra la tentación de considerarnos inadecuados, equivocados, y de compadecernos a nosotros mismos. 

Después, segundo desafío: no desperdiciar los dones que tenemos. Resulta que en el mundo cada año se desperdicia cerca de un tercio de la producción total de alimentos. ¡Y esto mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar así; los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, difundamos una ecología de la justicia y de la caridad, del compartir!

Finalmente, tercer desafío: no descartar a las personas. La cultura del descarte dice: te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para mí, te tiro. Y se tratan así especialmente a los más frágiles: los niños todavía no nacidos, los ancianos, los necesitados y los desfavorecidos. Pero las personas no se pueden tirar, ¡los desfavorecidos no se pueden tirar! Cada uno es un don sagrado, y cada uno es un don único, a cualquier edad y en cualquier condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre!  ¡No descartemos la vida!

Queridos hermanos y hermanas, planteémonos algunas preguntas. En primer lugar, ¿cómo vivo la pobreza de espíritu? ¿Sé hacer espacio a Dios, creo que Él es mi bien, mi verdadera y gran riqueza? ¿Creo que Él me ama o me dejo ir con tristeza, olvidando que soy un don? Y también: ¿estoy atento a no desperdiciar, soy responsable en el uso de las cosas, de los bienes? ¿Y estoy dispuesto a compartirlos con los otros o soy un egoísta? Finalmente: ¿considero a los más frágiles como dones valiosos que Dios me pide que custodie? ¿Me acuerdo de los pobres, de quién está privado de lo necesario?

Que nos ayude María, Mujer de las bienaventuranzas, a testimoniar la alegría de que la vida es un don y la belleza de hacernos don.



Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Con gran dolor recibo las noticias que llegan desde Tierra Santa, en particular de la muerte de diez palestinos, entre los cuales una mujer, muertos durante las acciones militares israelíes de antiterrorismo en Palestina; y de lo sucedido cerca de Jerusalén el viernes por la noche, cuando un palestino mató a siete judíos israelíes y otro hirió a tres a la salida de la sinagoga. La espiral de muerte que aumenta cada día no hace otra cosa que cerrar los pocos destellos de confianza que hay entre los dos pueblos. Desde el inicio del año decenas de palestinos han muerto en los tiroteos con el ejército israelí. Hago un llamamiento a los dos Gobiernos y a la Comunidad internacional, para que se encuentren, enseguida y sin demora, otros caminos, que incluyan el diálogo y la búsqueda sincera de la paz. ¡Recemos por esto, hermanos y hermanas!

Renuevo mi llamamiento por la grave situación humanitaria en el corredor de Lachín, en el Cáucaso Meridional. Estoy cerca de todos aquellos que, en pleno invierno, están obligados a hacer frente a estas condiciones deshumanas. Es necesario realizar todo esfuerzo a nivel internacional para encontrar soluciones pacíficas por el bien de las personas.

Se celebra hoy la 70ª Jornada mundial de los enfermos de lepra. Lamentablemente, el estigma vinculado a esta enfermedad sigue provocando graves violaciones de los derechos humanos en distintas partes del mundo. Expreso mi cercanía a los que la sufren y aliento al empeño por la plena integración de estos hermanos y hermanas nuestros. 

Dirijo mi saludo a todos vosotros, venidos desde Italia y de otros países. Saludo al grupo de quinceañeras de Panamá y a los estudiantes de Badajoz, en España. Saludo a los peregrinos de Moiano y Monteleone de Orvieto, a los de Acqui Terme y a los chicos del grupo Agesci Cercola Primo.

¡Y ahora con gran afecto saludo a los chicos y las chicas de Acción Católica de la diócesis de Roma! Habéis venido en la “Caravana de la Paz”. Os doy las gracias por esta iniciativa, más valiosa este año porque, pensando en la martirizada Ucrania, nuestro esfuerzo y nuestra oración por la paz deben ser todavía más fuertes. Pensemos en Ucrania y recemos por el pueblo ucraniano, tan maltratado. Escuchemos ahora el mensaje que vuestros amigos, aquí junto a mí, nos leerán.

[Lectura del mensaje]

Queridos hermanos y hermanas, pasado mañana partiré para un viaje apostólico en la República Democrática del Congo y en la República de Sudán del Sur. Doy las gracias a las autoridades civiles y a los obispos locales por las invitaciones y por los preparativos de estas visitas, saludo con afecto a esas queridas poblaciones que me esperan.

Esas tierras están probadas por largos conflictos: la República Democrática del Congo sufre, sobre todo en el este del país, por los enfrentamientos armados y por la explotación; mientras que Sudán del Sur, desgarrado por años de guerra, no ve la hora de que terminen las violencias constantes que obligan a tantas personas a vivir desplazadas y en condiciones de gran penuria. A Sudán del Sur llegaré con el arzobispo de Canterbury y el moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia: viviremos así juntos, como hermanos, una peregrinación ecuménica de paz.

Os pido a todos, por favor, que me acompañéis en este viaje con la oración.

Y os deseo a todos un feliz domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto. 

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1ª lectura: El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén.

Lectura del libro del Génesis 2, 4b-9. 15-17

El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba
en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase
el suelo; pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.

Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el
hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en
él al hombre que había modelado.

El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer;

además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. El Señor
Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.

El Señor Dios dio este mandato al hombre:

«Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no
comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir».

Salmo: Sal 103, 1-2a. 27-28. 29be-30
R. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes. R.

Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.

Aleluya Cf. Jn 17, 17b. a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es verdad;
santifícanos en la verdad. R.

 

Evangelio: Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, llamó. Jesús de nuevo a la gente y les dijo:

«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de
dentro es lo que hace impuro al hombre». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos
que les explicara la parábola.

Él les dijo:

«¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro
al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina». (Con esto declaraba
puros todos los alimentos).

Y siguió:

«Lo que sale de dentro, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen
los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes,

desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre
impuro».

Aniversario Virgen de la Victoria

Durante los días 28 y 29 de enero se celebró en la Real Parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio, el 83º aniversario de la bendición y puesta al culto de la imagen de María Santísima de la Victoria, Titular de la Cofradía de la Expiración.

La imagen fue bendecida el 28 de enero de 1940 con el nombre de Nuestra Madre María Santísima de la Victoria. Por ello la Cofradía, en los últimos años, celebra con orgullo el aniversario de su Titular con una serie de actos en torno a la Madre de Dios en su advocación de Victoria.

El pasado martes 31 de enero, la Agrupación de Apoyo Logístico nº81 de la isla de Tenerife también celebró los actos en honor de San Juan Bosco, patrón de los Especialistas, de la Logística del Ejército de Tierra, que hace un par de meses fue declarado también patrón de las Brigadas Logísticas del Ejército de Tierra.

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