Continuando con el ciclo de charlas cuaresmales, ayer, día 1 de marzo, tuvo lugar en nuestra catedral castrense la 3ª meditación del Arzobispo. En esta ocasión quiso meditar el pasaje de Juan 2, la llamada de Juan y Andrés. Como en las otras dos ocasiones, primero se expuso el Santísimo, se rezó el rosario, y después el Arzobispo procedió con su meditación. Tras la exposición se procedió a la celebración de la Eucaristía y la imposición de la ceniza, presidida por el Arzobispo, Juan del Río Martín, y concelebrada por el cardenal arzobispo emérito, José Manuel Estepa Llaurens. El rito de la imposición, antiquísima tradición de la Iglesia, nos recuerda nuestra condición temporal, “Acuérdate de que polvo eres y en polvo te convertirás”, pero no es un recuerdo fatalista, nada más lejos de la realidad, se trata de un recuerdo que invite a la conversión, a volver a poner nuestra mirada en Cristo, vencedor del pecado y de la muerte.

Tanto en la meditación como en la homilía don Juan hizo hincapié en el tema de la llamada, Cristo nos llama, a la conversión en primer lugar, pero también al anuncio, esta es una misión primordial de la Iglesia, anunciar el evangelio a toda la creación. Es una característica esencial de cada cristiano, que parte de nuestra condición de bautizados. El Arzobispo recordó especialmente la gravedad del compromiso cristianos para con Cristo, es una llamada para toda la vida. En un mundo que no cree en las cosas que se hacen para siempre es esencial el ejemplo de matrimonios que sean ejemplo de una vida entera entregada. La Cuaresma es un tiempo privilegiado para buscar esta conversión y reforzar nuestra relación con Cristo.

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