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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy nos relata que algunos fariseos se unen a los herodianos para tender una trampa a Jesús. Siempre buscaban tenderle trampas. Van donde Él y le preguntan: «¿Es lícito pagar impuesto al César o no?» (Mt 22,17). Es un engaño: si Jesús legitima el impuesto, se pone de parte de un poder político mal respaldado por el pueblo, mientras que si dice de no pagarlo puede ser acusado de rebelión contra el imperio. Una auténtica trampa. Pero Él escapa de esta insidia. Pide que le muestren una moneda, que lleva impresa la imagen del César, y les dice: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (v. 21). ¿Qué significa esto?

Estas palabras de Jesús se han convertido en algo de uso común, pero a veces se han utilizado de manera equivocada – o al menos reductiva – para hablar de las relaciones entre Iglesia y Estado, entre cristianos y política; a menudo se entienden como si Jesús quisiera separar a “César” y a “Dios”, es decir, la realidad terrenal de la espiritual. A veces, también nosotros pensamos así: una cosa es la fe con sus prácticas y otra cosa, la vida de todos los días. Y esto no funciona. Esto es una “esquizofrenia”, como si la fe no tuviera nada que ver con la vida concreta, con los desafíos de la sociedad, con la justicia social, con la política y etcétera.

En realidad, Jesús quiere ayudarnos a colocar al “César” y a “Dios” cada uno en su importancia. Al César - es decir, a la política, a las instituciones civiles, a los procesos sociales y económicos – pertenece el cuidado del orden terrenal, y nosotros, que en esta realidad estamos inmersos, debemos restituir a la sociedad lo que nos ofrece a través de nuestra contribución de ciudadanos responsables, prestando atención a lo que se nos confía, promoviendo el derecho y la justicia en el mundo del trabajo, pagando honestamente los impuestos, comprometiéndonos por el bien común y etcétera. Pero, al mismo tiempo, Jesús afirma la realidad fundamental: que a Dios pertenece el hombre, todo hombre y todo ser humano. Y esto significa que nosotros no pertenecemos a ninguna realidad terrenal, a ningún “César” de turno. Somos del Señor y no debemos ser esclavos de ningún poder mundano. En la moneda, por lo tanto, está la imagen del emperador, pero Jesús nos recuerda que en nuestra vida está impresa la imagen de Dios, que nada ni nadie puede ensombrecer. Al César pertenecen las cosas de este mundo, pero el hombre y el mundo mismo pertenecen a Dios: ¡no lo olvidemos!

Comprendamos entonces que Jesús nos está devolviendo a cada uno de nosotros a la propia identidad: en la moneda de este mundo está la imagen de César, pero, ¿tú – yo, cualquiera de nosotros - qué imagen llevas dentro de ti? Hagámonos esta pregunta: ¿yo, qué imagen llevo dentro de mí? ¿Tú, de quién eres imagen en tu vida? ¿Nos acordamos de pertenecer al Señor, o nos dejamos modelar por las lógicas del mundo y hacemos del trabajo, de la política, del dinero, nuestros ídolos a adorar?

Que la Virgen Santa nos ayude a reconocer y a honrar nuestra dignidad y la de todo ser humano.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

De nuevo una vez más mi pensamiento va a lo que está sucediendo en Israel y en Palestina. Estoy muy preocupado, afligido, rezo y estoy cerca de todos lo que sufren, de los rehenes, de los heridos, de las víctimas y de sus familiares. Pienso en la grave situación humanitaria en Gaza y me aflige que también el hospital anglicano y la parroquia greco-ortodoxa hayan sido alcanzados en los días pasados. Renuevo mi llamamiento para que se abran espacios, se siga permitiendo que llegue ayuda humanitaria y se libere a los rehenes.

La guerra, toda guerra que hay en el mundo – pienso también en la martirizada Ucrania – es una derrota. La guerra siempre es una derrota, es una destrucción de la fraternidad humana. ¡Hermanos, deteneos! ¡Deteneos!

Recuerdo que, para el próximo viernes, 27 de octubre, he convocado una jornada de ayuno, de oración y de penitencia, y que esa tarde, a las 18.00 horas en la plaza de San Pedro, viviremos una hora de oración para implorar la paz en el mundo.

Hoy se celebra la Jornada Misionera Mundial, que lleva por tema “Corazones ardientes, pies en camino”. ¡Dos imágenes que dicen todo! Exhorto a todos, en las diócesis y en las parroquias a participar activamente.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos, en particular a las hermanas Siervas de los Pobres hijas del sagrado Corazón de Jesús, de Granada; a los miembros del Centro Académico Romano Fundación; a la confraternidad del Señor de los Milagros, de los peruanos en Roma: y gracias, ¡gracias por vuestro testimonio! Seguid así, con esta piedad tan hermosa.

Saludo a los miembros del Movimiento misionero laical “Todos custodios de humanidad”, al Coro polifónico “San Antonio Abad” de Cordenons y a las asociaciones de fieles de Nápoles y de Casagiove.

Saludo también a los chicos de “Casa Giardino” de Casalmaggiore, al grupo de jóvenes amigos de la Comunidad del Emmanuel, a los dirigentes y a los profesores de la Escuela católica “Jean XXIII” de Toulon, a los estudiantes del Instituto “St. Croix” de Neuilly.

Deseo a todos un feliz domingo. también a vosotros, muchachos de la Inmaculada. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

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1ª lectura: Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado, con cuánta más razón reinarán en la vida.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12. 15b. 17-19. 20b-21

Hermanos:

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se
propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud
de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos.

Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánta más razón
los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo.

En resumen, lo mismo que por un solo delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia
resultó justificación y vida para todos.

Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también
por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.

Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que, lo mismo que reinó el pecado a través de la
muerte, así también reinara la gracia por la justicia para la vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.

Salmo: Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tú voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.

«- Como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R.

He proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación. R.

Aleluya Rom 8, 15bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre. R.

Evangelio: Bienaventurados los criados a quienes el señor, al llegar los encuentre en vela.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 35-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan
a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a
quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa
y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados
ellos».

 

1ª lectura: Está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en él.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 20-25

Hermanos:

Abrahán, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria
a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado
como justicia.

Pero que “le fue contado” no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos
contará: nosotros los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor Jesús,
el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.

Salmo: Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75

R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.

Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza. R.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. R.

Aleluya Mt 5, 3

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.

Evangelio: ¿De quién será lo que has preparado?

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:

«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo:

«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo:

«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus
bienes». Y les propuso una parábola:

«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:

“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:

“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo
y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años;
descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo:

“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.

Así será el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

1ª lectura: Yo he tomado de la mano a Ciro, para doblegar ante él las naciones.

Lectura del libro de Isaías 45, 1. 4-6

Esto dice el Señor a su Ungido, a Ciro: Yo lo he tomado de la mano,
«Yo lo he tomado de la mano, para doblegar ante él las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante
él las puertas, para que los portales no se cierren. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por
tu nombre, te di un título de honor, aunque no me conocías.

Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios.

Te pongo el cinturón, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro
fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro».

Salmo: Sal 95, 1 y 3. 4-5. 7-8. 9-10ac

R. Aclamad la gloria y el poder del Señor.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles no son nada,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente». R.

2ª lectura: Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 1-5b
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros,
gracia y paz.

En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones,
pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor
y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios,
que él os ha elegido, pues cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue solo de palabra, sino también con
la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción.

Aleluya Flp 2, 15d. 16a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Brilláis como lumbreras del mundo,
manteniendo firme la palabra de la vida. R.

Evangelio: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una
pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:

«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te
importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al
César o no?». Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:

«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario. Él
les preguntó:

«¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le respondieron:

«Del César». Entonces les replicó:

«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

1ª lectura: Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13, 16-18
Hermanos:

No por la Ley sino por la justicia de la fe recibieron Abrahán y su descendencia la promesa de que iba a
ser heredero del mundo.
Por eso depende de la fe, para que sea según gracia; de este modo, la promesa está asegurada para
toda la descendencia, no solamente para la que procede de la ley, sino también para la que procede de
la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Según está escrito: «Te he constituido padre de muchos
pueblos»; la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama
a la existencia lo que no existe.

Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de
acuerdo con lo que se le había dicho:

«Así será tu descendencia».

Salmo: Sal 104, 6-7, 8-9, 42-43

R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.

Porque se acordaba de la palabra sagrada
qué había dado a su siervo Abrahán.
Sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo. R.

Aleluya Jn 15, 26b. 27a

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí - dice el Señor -;
y vosotros daréis testimonio. R.

 

Evangelio: El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 8-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante
los ángeles de Dios, pero si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios.

Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra
el Espíritu Santo no se le perdonará.

Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo
o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel
momento lo que tenéis que decir».

El Papa Francisco ha decidido convocar para el viernes 27 de octubre, una jornada de ayuno, penitencia y oración, por la Paz, e invita a que nos unamos junto a las diversas confesiones cristianas, a quienes pertenecen a otras religiones y a cuantos se preocupan por la causa de la paz en el mundo.

Desde el Arzobispado Castrense nos sumamos, el 27 de octubre, a la Jornada de oración y ayuno por la paz.

El Arzobispo Castrense de España, Don Juan Antonio Aznárez Cobo, ha nombrado al Vicario General del Arzobispado Castrense, D. Carlos Jesús Montes, Delegado Episcopal para el Jubileo 2025.

El nombramiento se rubricó ayer al término del Consejo Episcopal celebrado en la sede del Arzobispado Castrense.

La Santa Iglesia celebra cada 25 años un Año Santo y en esta ocasión se desarrollará, del 24 de diciembre de 2024 al 24 de diciembre de 2025, bajo el lema: “Peregrinos de la Esperanza”, que fue elegido por el Papa Francisco, porque el próximo Jubileo puede ayudar a restablecer ese clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento.

S.T.S. el Patriarca ecuménico Bartolomé I ha visitado, el miércoles 18 de octubre, la sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE) donde ha sido recibido, por el vicepresidente, el cardenal Carlos Osoro, y el secretario general, Mons. Francisco César García Magán.

20/10/2023 - Viernes la 28ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: Abrahán creyó a Dios, y le fue contado como justicia.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 1-8

Hermanos:

¿Qué diremos que obtuvo Abrahán, nuestro padre según la carne?

Si Abrahán fue justificado en virtud de las obras, tiene un timbre de gloria, pero no delante de Dios; pues;
¿qué dice la Escritura?

«Abrahán creyó a Dios, y le fue contado como justicia».

A alguien que trabaja, el jornal no se le cuenta como gracia, sino como algo debido; en cambio, a alguien
que no trabaja, sino que cree en el que justifica al impío, la fe se le cuenta como justicia. Del mismo modo,
también David proclama la bienaventuranza de aquel a quien Dios le cuenta la justicia independientemente
de las obras.

«Bienaventurados aquellos a quienes se les perdonaron sus maldades y les sepultaron sus delitos; bienaventurado
aquel a quien el Señor no le ha contado el pecado».

Salmo: Sal 31, 1-2- 5. 11

R. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mí culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo los de corazón sincero. R.

Aleluya Sal 32, 22

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

 

Evangelio: Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero
a sus discípulos:

«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a
descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis den la oscuridad será oído
a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea.

A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, después de esto no pueden
hacer más.

Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar
a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.

¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios.
Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo: valéis más que
muchos pájaros».

19/10/2023 - Jueves la 28ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: El hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 3, 21-30a

Hermanos:

Ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; justicia de
Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen.

Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.

Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre, para mostrar su justicia pasando
por alto los pecados del pasado en el tiempo de la paciencia de Dios; actuó así para mostrar su justicia
en este tiempo, a fin de manifestar que era justo y que justifica al que tiene fe en Jesús. Y ahora, ¿dónde
está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de qué ley? ¿De la ley de las obras? No, sino en virtud de la
ley de la fe.

Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.

¿Acaso Dios lo es solo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? También lo es de los gentiles, si
es verdad que no hay más que un Dios.

Salmo: Sal 129, 1-2. 3-4. 5

R. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora R.

Aleluya Jn 14, 6bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el camino y la verdad y la vida - dice el Señor -;
nadie va al Padre sino por mí. R.

Evangelio: Se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 47-54

En aquel tiempo, dijo el Señor:

«¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, a quienes mataron vuestros padres!

Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les
edificáis mausoleos.

Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos de ellos los matarán y
perseguirán”; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada
desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el
altar y el santuario. Sí, os digo: se le pedirá cuenta a esta generación.

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros, no habéis
entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido!».
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con
muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca.

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